Tarde o temprano tenía que llegar el momento. Los que me seguís en redes sociales veis cómo me quejo del calor durante todo el verano. Y un tema tan importante como ese no podía quedarse sin #Dramaia.
Que fíjate tú cómo son las cosas. Cuando era pequeña me acuerdo que cuando veía las noticias siempre salía gente diciendo que no habían podido dormir por el calor, y yo, que he sido rubia toda la vida, pensaba:
¿Cómo puede ser que no se pueda dormir por el calor? Si ya no es de día y no hay sol. ¿Cómo puede hacer tanta calor una noche como para que la gente no duerma?
Ahí os podéis hacer una idea de lo que es vivir en Navarra. Eso y haber tenido siempre aire acondicionado en las olas de calor.
Pero sí. Por si os quedaba alguna duda, yo lo confirmo: Se puede no dormir por el calor. ¡Uy que sí se puede! Y querer llorar por el calor, también se puede.
Al principio yo en Madrid hacía una cosa muy del norte. Aunque hiciera mucha calor, yo siempre llevaba una chaquetita por si refresca. Porque en el norte se crece con esta frase grabada a fuego. Luego ya me di cuenta de que en Madrid hace calor. Y nunca refresca. Nunca.
Luego es que también depende mucho de dónde se pase. Porque yo he estado en Salou en ola de calor y oye, ¿te puedes creer que no se lleva tan mal? Porque entre la playita, las cervecitas, el aire… Así sí. Ahora, si ves el piso en el que vivía en Madrid… Yo no sé cómo salimos vivos de ahí.
Que ya para empezar era un quinto sin ascensor. 79 escaleras. ¡79! Subir cinco pisos con 42 grados en Madrid debería considerarse deporte de riesgo. Luego tú llegabas arriba (si es que llegabas) y entrabas en un piso que no tenía persianas y al que daba el sol casi todo el día. Este problema no se nos ocurrió a nosotros en invierno. ¡Pues no tenía que hacer calor ahí para que se nos levantaran las baldosas del pasillo! Que yo luego veía las noticias y salían ciudades en las que se levantaban baldosas de puentes. Mira, me río yo de esos calores.
Y claro, no veas tú el drama de tener cosas en casa. Los pintalabios, se convertían en líquidos. Las lentillas, casi todas para tirar, que no veas tú lo que se recalentaban las pobres en el líquido. Y no busques consuelo en la ducha porque el gel parecía recién sacado del microondas. ¿Alguna vez se os ha secado un pintauñas? Pues yo lo he recuperado, no digo más. Vamos, que si llegamos a tener supositorios los convertimos en jarabe.
Se nos ocurrió buscar un aparato de aire acondicionado de estos pequeños por Wallapop. A nosotros y a medio Madrid.
Pero yo no perdía la esperanza en encontrar una forma de refrescarme y me compré, atención…Crema de sol efecto hielo. Ea, ¿cómo te quedas? Pues se ve que debió crearla el mismo que hace las medicinas sabor naranja. Que no te voy a decir yo que esperaba dármela y tener que taparme con la manta por riesgo a coger una hipotermia. Que no. Pero que si vas a coger una crema normal y cambiarle el color, pues no tengas el papo gordo de llamarla efecto hielo. Y no juegues con mis ilusiones hombre, que soy persona y sufro. Y no siento fresquito alguno. Al menos haz que huela a menta. ¿Pero cómo haber tanta maldad en el mundo?
Tras el fracaso de la crema y del aire acondicionado, también debo decir que teníamos ventiladores. De hecho, una vez nos pareció a mi compañero Gabriel y a mí muy buena idea quedarnos en casa fresquitos con el ventilador en vez de ir a la piscina. Fresquitos. Ya. Golpe de calor para los dos.
Y que luego si tienes pelo largo y tienes que poner el ventilador, el drama es real. Si me lo ponía en la cara, se me secaba la garganta. Si me lo ponía en la espalda, el aire me echaba los pelos hacia delante y me hacían cosquillas. Eso sí, para cualquier cosa que hiciéramos, parecía que estábamos siempre en un videoclip y eso al final nos daba mucha elegancia.
Vamos, que lo mejor que me pudo pasar fue trabajar todo julio en Zara y tener seis horas al día aire acondicionado.
Pero que el calor también tiene sus ventajas ¿eh? En lo que llevaba la ropa de la lavadora al tendedero, ya se había secado. La piel se te queda muy bien por el efecto sauna. Socializas mucho con los vecinos porque todos tienen las ventanas abiertas. Y os aseguro que muchos de ellos sí que tienen verdaderos #Dramaia. Bueno, y que como no dormía, estaba tan cansada que no tenía hambre. No veas tú qué operación biquini he hecho. ¿Y catarros? ¡Ni uno! Fuerte como un roble.
Eso sí, este año tengo aire acondicionado. Y a Dios pongo por testigo, que nunca más volveré a pasar calor.